Piense y hágase rico, Napoleon Hill
Piense y Hágase Rico, de Napoleon Hill, fue publicada en 1937 y, aún hoy en día, sigue siendo una de las obras referentes en todo lo que se refiere a la creación de riqueza.
De hecho, es difícil encontrar a un autor contemporáneo que no se haya visto influenciado por este libro.
Antes de comenzar a analizar sus lecciones es imprescindible que conozcas la historia de cómo su autor, Napoleon Hill, logró escribirlo.
Napoleon Hill fue un periodista y escritor norteamericano que, en 1908, tuvo la oportunidad de entrevistarse con Andrew Carnegie, el hombre más rico de la época y el segundo más rico de la historia, después de John D. Rockefeller.
Aquella entrevista fue el comienzo de una relación muy provechosa. De hecho, Andrew Carnegie reveló a Napoleon Hill que los hombres de mayor éxito del mundo reunían una serie de características y virtudes, las cuales podían ser identificadas y puestas en práctica; es decir, una especie de fórmula cuya aplicación suponía una garantía para el éxito.
El propio Andrew Carnegie se ofreció a ayudarle, presentándole a sus mejores amigos y, durante los siguientes 20 años, Napoleon Hill analizó la trayectoria profesional de más de 500 hombres y mujeres, que habían logrado un éxito abrumador e insólito en su carrera. Para ello, estudió la obra de su vida o bien contó con la ayuda personal de dichas celebridades.
Éstos son sólo algunos de los nombres que, seguramente, conocerás. Henry Ford, Alexander Graham Bell, Thomas A. Edison, John D. Rockefeller, Theodore Roosevelt… Es decir, las figuras más relevantes de su tiempo: las mayores fortunas de la historia, los políticos más influyentes, los inventores más disruptivos y los grandes agentes de cambio de la industria.
Éstas son las principales lecciones que puedes extraer de Piense y Hágase Rico: las características que tenían en común las 500 personas más ricas e influyentes estudiadas y entrevistadas por Napoleon Hill
Paso #1 Deseo: Sólo es posible alcanzar lo que aspiras en la vida, si te motiva un deseo ardiente por conseguirlo.
Muchísima gente desea la independencia financiera e incluso amasar una gran fortuna. Sin embargo, materializar ese deseo requiere mucho más. Se necesita un deseo ardiente por conseguirlo. O lo que es lo mismo, una ferviente pasión por lo que haces, la cual te permita mantener viva la llama de tu deseo por alcanzar tus objetivos. Por ese motivo, lo describe como “ardiente”.
Napoleon Hill explica, por ejemplo, los casos del inventor Thomas Edison o la escritora Fannie Hurst. El primero tuvo que crear más 10.000 prototipos e invertir años para lograr crear la bombilla. La segunda fue rechazada 36 veces antes de que uno de sus relatos fuera publicado por fin en un periódico, para después convertirse en una de las mayores novelistas y guionistas de la época.
En definitiva, el deseo ardiente que motive tus acciones debe ser capaz de superar cualquier objeción, frustración o adversidad que puedas experimentar en tu camino hacia el cumplimiento de tus sueños y objetivos.
Quizá te preguntes cómo puedes creAr en ti ese deseo ardiente por conseguir una fortuna o alcanzar tu sueño.
En los siguientes apartados, vas a descubrir la importancia del establecimiento de objetivos, la autosugestión y el pensamiento positivo como instrumentos para mantener ese deseo ardiente por alcanzar el éxito.
Sin embargo, y a modo de complemento a las explicaciones de Napoleon Hill, te proponemos recordar la siguiente historia.
Un joven preguntó a Sócrates cuál era el secreto del éxito. Sócrates le dijo que se encontraría con él junto al río a la mañana siguiente. El hombre apenas durmió aquella noche debido a la curiosidad y, tan pronto como amaneció, se puso de camino.
Cuando llegó, Sócrates le pidió que se metiera con él en el río. Algo confuso, y sin ni siquiera quitarse la ropa, así lo hizo, deseando descubrir el gran secreto del éxito.
Sócrates en cuestión de segundos cogió al joven y lo sumergió bajo el agua.
El joven pensó, al principio, que quizá se trataba de un ejercicio para llegar a ver aquello que otros no veían. Así que abrió los ojos bajo el agua pero sólo vio oscuridad. Conforme el aire se le agotaba, comenzó a entrar en pánico. Fue entonces cuando cayó en la cuenta. Quizá la lección de Sócrates era que no debía entrar en pánico y mantener la compostura, y así lo hizo.
Sin embargo, cuando el aire se le hubo acabado por completo, su calma se tornó terror. Comenzó a pelear por salir a la superficie, mientras Sócrates le retenía bajo el agua. El joven empezó a creer que el maestro nunca había tenido intención de ayudarle a tener éxito. Quizá estaba enfadado, puede que incluso hubiese enloquecido. Así que el único pensamiento del joven era escapar por todos los medios.
Tras lo que pareció una eternidad, Sócrates liberó al joven, cuyo rostro se había puesto azul y bramaba tratando de inhalar todo el aire que podía.
¡Por qué! gritó al recuperar el aliento. ¿Por qué?.
Sócrates le respondió entonces: “Desea el éxito de la misma manera en la que has deseado el aire. Entonces, y solo entonces tendrás lo que buscas”.
La gente de éxito tienen una fe ciega en sí misma
Por fe, Napoleon Hill se refiere a la confianza ciega o certeza del concepto positivo que la gente exitosa tiene de sí misma.
Trasciende lo racional para convertirse en una creencia incuestionable de que puedes y vas a lograr hacer aquello que deseas hacer.
De hecho, Napoleon Hill acuñó la frase: “Cualquier cosa que el hombre puede concebir y creer, puede ser lograda”.
Henry Ford, uno de los hombres de éxito a los que estudió, también ofreció una idea muy poderosa: “Tanto los que creen que pueden, como los que creen que no pueden tienen razón”.
Es una cuestión de fe en ti mismo o ti misma.
Utiliza la auto sugestión para hacer que tu subconsciente transforme tu comportamiento
La fe en uno mismo no es algo con lo que, necesariamente, se nazca. Por supuesto, hay personas con una mayor predisposición a ignorar los obstáculos y a lanzarse a sus objetivos sin mirar atrás. Sin embargo, son una minoría.
En el resto de los casos, es necesario desarrollar esa fe ciega o esa determinación incombustible.
Napoleon Hill propone la auto sugestión como técnica fundamental para hacer esto.
Básicamente, es un precursor de las técnicas de PNL o programación neurolingüísticas que fueron desarrolladas décadas después.
La autosugestión consiste en influirte a ti mismo o a ti misma, induciendo una serie de pensamientos e ideas específicos.
Tus pensamientos pueden convertirse en realidad, siempre y cuando te persuadas de que eres capaz de alcanzar tus objetivos.
La ventaja de la autosugestión radica en que tu confianza se instala en el subconsciente, determinando tus posteriores pensamientos y guiando tus acciones.
Más adelante, vamos a hablar del establecimiento de objetivos. No obstante, ahora mismo puedes hacer lo siguiente.
Crea una pequeña tarjeta en la que indicas cuánto dinero quieres conseguir y qué plazo te has dado para conseguirlo.
Esa tarjeta debe estar en un lugar donde vayas a verla a menudo. En tiempos de Napoleon Hill, la cartera habría resultado una excelente opción. Ahora, quizá quieras ponerla de fondo de pantalla en tu ordenador y en tu móvil.
Hazlo.
Léela en voz alta dos veces al día: una vez lo mañana y una vez por la noche.
Además, has de tenerla siempre contigo. Cada vez que haces una llamada telefónica, cada vez que compras algo, cada vez que envías un email, cada vez que te levantas, cada vez que te acuestas.
Ten en cuenta lo siguiente: tu forma de pensar influye directamente en la forma en la que percibes el mundo a tu alrededor.
Si transformas tu forma de pensar, también transformas lo que te rodea. Si estás permanentemente focalizado a tu objetivo, todo lo que verás a tu alrededor serán oportunidades para cumplirlo
A menudo, la gente se queda esperando su gran oportunidad cuando, en realidad, las oportunidades están ocurriendo constantemente. El problema es que no las ven porque no han educado su mente.
La autosugestión es una forma de programar tu mente para ver oportunidades constantemente, de manera que te motiven a seguir adelante y te hagan creer ciegamente en tu éxito.
El conocimiento es poder, más allá de lo que aprendiste en la escuela
Obviamente, el conocimiento puesto en práctica supone una enorme ventaja a la hora de cumplir con tus objetivos.
Ahora bien, Napoleon Hill advierte de que hay que evitar creer que el único conocimiento útil es el académico.
El concepto más tradicional de conocimiento o educación no es la única fuente de información útil. De hecho, cuando Napoleon Hill habla de conocimiento también se está refiriendo a sabiduría y experiencia, además de muchas otras formas alternativas de adquirir conocimiento, al margen del entorno académico.
De hecho, insiste en la importancia de ganar experiencia y atesorar ese know how o saber hacer, utilizando tus fortalezas para explotar tu máximo potencial.
No necesitas un diploma universitario para tener éxito o amasar una fortuna. Henry Ford fue una de las celebridades estudiadas por este autor y es un claro ejemplo de que aquellas personas sin una formación académica pueden alcanzar el mayor de los éxitos.
Nacido en una granja y el seno de una familia pobre, viajó a Detroit tras la muerte de su madre, para trabajar como maquinista. Con el tiempo, aprendió ingeniería trabajando y se hizo un hueco en la compañía Edison para, más tarde, crear su primer prototipo de automóvil. El resto es historia.
Napoleon Hill advierte también del peligro de la autocomplacencia; es decir, dejar de aprender. Hay que adoptar una voluntad de estar en constante proceso de aprendizaje y expansión del conocimiento, por cuantas vías tengas a tu alcance
Finalmente, el autor también recomienda saber dónde puedes encontrar el conocimiento que necesitas para tener éxito, no tanto para adquirir dicho conocimiento, sino para rodearse de aquellas personas que pueden ayudarte a ponerlo en práctica.
Es decir, no se trata de atesorar todo el conocimiento necesario para labrar tu camino hacia el éxito y la fortuna. También debes rodearte de aquellos expertos que aporten su propia experiencia y saber hacer.
Como complemento a este apartado, vale la pena mencionar la célebre cita del speaker motivacional Jim Roth: “Somos la media de las 5 personas con las que pasamos más tiempo”.
Ciertamente, no podemos asegurar que 5 sea el número exacto de aquellas personas que más nos influyen, pero resulta evidente que el ambiente que nos rodea afecta a nuestra forma de pensar y a nuestra forma de ver el mundo.
Si quieres tener éxito, te recomendamos meditar acerca de las personas con las que más te relacionas, y asegurarte de que están siendo una influencia positiva, constructiva o educativa para ti pues, de lo contrario, podrían estar perjudicando tus aspiraciones.
Imaginación: el taller de la mente
La imaginación es el quinto elemento clave en la creación de riqueza. No en vano, detrás de los proyectos de mayor éxito, siempre podemos encontrar una idea.
Napoleon Hill se refiere al taller de la imaginación como un ejercicio a través de lo cual convertimos nuestros sueños en ideas que puedan ser llevadas a la práctica.
No obstante, eso no significa que, para tener éxito, debe contarse con una gran y disruptiva idea.
De hecho, este autor distingue entre la imaginación creativa y la imaginación sintética, poniendo ambas en valor.
La imaginación creativa es la que te permite tener ideas nuevas y diferentes; mientras que la imaginación sintética toma antiguas ideas y conceptos, para crear nuevas posibles combinaciones.
Hoy en día, se habla de innovación disruptiva e innovación incremental para referirse al resultado de ambos tipos de imaginación.
Napoleon Hill pone el ejemplo de Asa Candler quien, tras comprar la fórmula farmacéutica de una bebida estimulante a su creador John Pemberton y otros accionistas, concibió el concepto de la Coca-Cola. Gracias a agresivas e ingeniosas campañas de marketing, logró convertirla en un icono de nuestra época. Éste es un buen ejemplo de imaginación sintética.
Como complemento al contenido de este libro te ofrecemos otros ejemplos más modernos.
El huevo Kinder, de la marca italiana Ferrero, es un claro ejemplo de innovación disruptiva. Creó el concepto de la golosina con entretenimiento, al introducir un pequeño juguete de plástico en el interior de una chocolatina. No sólo la chocolatina tiene un formato original -pues es un huevo-, sino que el juguete debe ser ensamblado por el propio niño, lo que genera aún más interacción. Sencillamente genial.
Napoleon Hill advierte de la necesidad de mantener una imaginación activa, desafiándola de forma constante y estimulándola como de si de cualquier otro músculo se tratase.
Resulta cuanto menos sorprendente que, décadas después, diversos estudios han identificado que el cerebro -aunque técnicamente no es un músculo-, sí reacciona como tal. Ejercitarlo permite crear nuevas células cerebrales y mejorar la capacidad cognitiva.
Reconocimiento de las fortalezas y debilidades
Napoleon Hill cerraba el apartado del conocimiento recomendando rodearse de aquellas personas que complementan nuestro propio conocimiento. Esto es lo mismo que decir que debes contar con la ayuda de aquellas personas que suplen tus debilidades.
Es más, las debilidades son una de las principales causas de la procrastinación y la falta de fe en uno mismo. Por ese motivo, han de conocerse y se han de tomar medidas para contrarrestarlas o, por lo menos, compensarlas con las fortalezas.
El análisis de la fortalezas y debilidades debe tener lugar tanto de forma interna como externa.
Es decir, por un lado, debes someterte a una serie de preguntas sencillas acerca de si estás cumpliendo los objetivos, si estás adoptando una actitud de constante fe y dedicación y si estás tomando las decisiones con la rapidez y determinación necesarias.
Escribe los detalles de cada respuesta y las razones de dicha respuesta, para comprender tus puntos fuertes y tus puntos débiles.
Por otro lado, pide a una persona de confianza y que te conozca en profundidad que responsa a esas mismas preguntas acerca de ti, de la forma más honesta y asertiva posible.
Objetivos y planificación: cómo cristalizar el deseo en acción
Todas las personas de éxito se caracterizan porque, previamente, sabían lo que querían lograr.
Antes de comenzar una carrera sin rumbo hacia el éxito, debes establecer una serie de objetivos personales con la mayor precisión posible.
Cuando se trata de dinero -como es el caso de esta obra-, has de indicar la cifra exacta que quieres alcanzar. Cuánto dinero quieres conseguir.
¡Pero eso no es todo!
Has de fijar, igualmente, una fecha límite para el cumplimiento de dicho objetivo, así como aquello que estás dispuesto a invertir para lograrlo. De lo contrario, lo más probable es que procrastines indefinidamente y jamás inviertas los recursos necesarios. Necesitas claridad de ideas. Y eso sólo se logra con un objetivo, un plazo y una inversión específica.
Esto último es más importante de lo que parece. Aquello que vas a invertir y aquello que vas a dar a cambio de la fortuna que deseas crear.
Esto no sólo debería traducirse en lo que vas a invertir durante el proceso para crear tu fortuna, sino también en aquello que vas a aportar a la sociedad o al mundo. Se trata de una aportación mutua de valor. De hecho, el dinero no es otra cosa que un instrumento para intercambiar valor. Has de dejar de pensar en la riqueza como algo meramente ligado al dinero y la reputación.
Por otro lado, el cumplimiento de tu objetivo debe articularse de alguna manera. Es decir, necesitas un plan que describa los pasos a realizar: ¿Cómo vas a llegar a la cifra que te has propuesto, en el plazo que te has propuesto?
Una vez que tengas confeccionado tu plan, ponte en marcha sin perder ni un segundo. Esto es algo de lo que Napoleon Hill habla más adelante.
Antes de cerrar este apartado, conviene que tengas en cuenta lo siguiente. Nuestra época se caracteriza por un cambio constante y acelerado.
Por lo tanto, aquellos pasos que establezcas en tu plan no deberían estar grabados a fuego, sino ser una guía que te permita mantener la dirección y recuperar el rumbo cuando te hayas distraído. Ahora bien, si es necesario, cambia los pasos, cambia la estrategia y adáptala a las nuevas circunstancias que se crucen en tu camino.
Estos pasos son tan sólo la forma de llegar a tu destino, no el destino en sí mismo, por lo que deberías ser capaz de pivotar cuando sea necesario, para poder seguir avanzando.
Cómo dominar la mente con emociones positivas
Nuestro subconsciente recibe cientos de estímulos diarios que, a su vez, generan cientos de pensamientos y emociones.
Como ya hemos explicado anteriormente, Napoleon Hill insiste en la importancia de tu forma de pensar como clave de éxito. De hecho, este libro se denomina “Piense y hágase rico”.
Está en tu mano decidir qué tipo de pensamientos y emociones van a poblar tu mente: emociones positivas o negativas.
Recuerda que tu éxito depende de una fe ciega en ti, por lo que has de evitar todo pensamiento y emoción negativa que pueda llevarte a la procrastinación, al pesimismo o a la autocomplacencia.
Según Napoleon Hill, si quieres asegurarte de que tu subconsciente favorece tu éxito, debes cultivar y estimular emociones positivas.
Napoleon Hill alude a la necesidad de alimentar el subconsciente con experiencias y cosas positivas, que influyan de una forma constructiva en tu fortaleza mental. Por el contrario, dejarse llevar por las emociones negativas, tan sólo conducirá al fracaso.
Es más, en el apartado del conocimiento se aludía a la conveniencia de rodearte de gente que te aporta un saber complementario. Sin embargo, estas personas también influyen en tu estado de ánimo, por lo que debes asegurarte de que te inspiran entusiasmo y positivismo.
Decisión y constancia: Las claves para superar la procrastinación
La procrastinación es la principal causa del fracaso tras el establecimiento de cualquier objetivo y Napoleon Hill lo tenía muy claro.
De hecho, dedica dos capítulos de su libro a hablar de la importancia de tomar decisiones rápidas y mantenerse constante o persistente.
Una de sus citas más célebres es: “la gente de éxito toma decisiones rápidas, pero cambia de parecer lentamente, si es que llegan a hacerlo.”
Cada vez que debas tomar una decisión, hazlo de la forma más rápida posible y, una vez la hayas tomado, mantente firme.
Napoleon Hill recupera la figura de Henry Ford para hablar de la velocidad con la que tomaba decisiones, en contraste con la lentitud a la hora cambiar de idea. Concretamente, se refiere a la cantidad de tiempo que tardó en sustituir el célebre modelo T, pese a la insistencia por parte de otros en la necesidad de cambiarlo por un nuevo modelo más atractivo. Ford, sin embargo, se mantuvo en sus trece y logró excelentes beneficios de su pionero vehículo.
Cada vez que tengas la tentación de posponer una decisión o pasar a la acción, debes actuar inmediatamente. Superar la procrastinación es una cuestión de decisiones rápidas.
A menudo, la procrastinación es la consecuencia de anticipar el dolor o el malestar, tratando de evitarlo, no haciendo lo que debes hacer. Sin embargo, en la mayor parte de las ocasiones, la tarea resulta mucho menos tediosa o desagradable de lo que has imaginado.
Por otra parte, Napoleon Hill advierte del peligro de escuchar las opiniones ajenas. Dar la opinión es muy fácil y todo el mundo tiene una. Tomar una decisión y pasar a la acción es una historia totalmente distinta. Por ese motivo, este autor recomienda evitar cualquier tipo de influencia negativa e incluso limitar los casos en los que se permite a otros dar una opinión sobre tus objetivos y posibles decisiones.
Recuerda que la mayor parte de las personas tienen una actitud procrastinadora y, por tanto, sabotearán tu determinación. Confía únicamente en ese grupo de personas elegidas del que ya hemos hablado anteriormente.
En lo que se refiere a la constancia o la persistencia, Napoleon Hill señala que cualquier proyecto u objetivo va a afrontar obstáculos. Esto resulta inevitable.
Sin embargo, dichas dificultades no deben convertirse en excusas para renunciar rápidamente y dejar morir tus aspiraciones.
Por el contrario, debes persistir en tu plan original y dar tiempo a que tus objetivos se materialicen.
Has de mantenerte constante y utilizar tus objetivos como referencia última en cada paso que das, evitando así que los obstáculos te impidan ver el camino.
Ahora bien, esta persistencia no debería transformarse en obstinación. Cuando las evidencias se repiten, entonces es el momento de implementar un cambio.
Con el fin de desarrollar un hábito de constancia, este autor recapitula varias de las ideas ya explicadas, como por ejemplo:
- Debes establecer un objetivo específico y desarrollar un ardiente deseo de conseguirlo.
- Debes elaborar un plan detallado que te permita alcanzar paso a paso dicho objetivo.
- Debes evitar a toda costa ser influenciado por las opciones negativas de otros.
- Debes contar con un grupo de personas -al que se refiere como Mastermind-, en el cual confías y que te proporcionan la ayuda y apoyo necesarios para alcanzar tus objetivos.
Hablaremos de este grupo en el siguiente apartado.
Como complemento a la propuesta de Napoleon Hill, te proponemos aplicar la siguiente línea de pensamiento. Si persistes, de una forma u otra, nunca pierdes. O bien tienes éxito, o bien aprendes una lección importante.
Por lo tanto, la próxima vez que debas afrontar una desilusión o un aparente fracaso, pregúntate qué es lo que has aprendido, cómo vas a hacerlo mejor la próxima vez.
En cierto modo, esto transforma tu manera de afrontar la posibilidad del fracaso, sabiendo que, ocurra lo que ocurra, vas a hacerte más fuerte.
El poder de rodearse de personas inteligentes
Cuanto más complejo y amplio sea tu plan, más difícil será que lo ejecutes de una forma autónoma.
De ahí, la importancia de rodearte de gente inteligente que aporte conocimiento, experiencia y pensamiento positivo.
Este grupo de mentes maestras debe ser una selección de personas brillantes en lo que hacen y con objetivos similares o complementarios a los tuyos.
Debes reunirte dos veces por semana con este grupo de personas, y habéis de supervisaros mutuamente, para garantizar que estáis avanzando en vuestros objetivos.
En caso necesario, Napoleon Hill sugiere incluso crear un grupo imaginario de grandes pensadores, líderes y celebridades con los que conversar, de una forma figurada, por supuesto.
En cualquier caso, disponer de ese grupo de personas reales os permitirá combinar habilidades y conocimiento útil, generando sinergias para el logro más eficiente de vuestros objetivos en común.
Es más, determinados objetivos difícilmente podrán lograrse por separado. Es necesaria la colaboración de diversas personas que, sinérgicamente, lo hagan posible.
La transmutación sexual y el sexto sentido
Los últimos capítulos de “Piense y hágase rico” están dedicados a la explicación de un concepto al que Napoleon Hill se refiere como transmutación sexual, así como el funcionamiento del cerebro y el ego, el desarrollo de un sexto sentido y lo que denomina como los fantasmas del miedo, algo que considera indescriptible.
Ciertamente, toda esta última parte tiene un carácter bastante esotérico y algo errático en el contenido.
Por una parte, sugiere que nuestras necesidades básicas .-incluyendo el instinto sexual reproductor- están respaldadas por una poderosa energía interior, la cual debe canalizarse en el cumplimiento de tus objetivos, en lugar de, únicamente, buscar refugio y alimento.
Además, señala la idea de que, por naturaleza tendemos a analizar los peligros que nos rodean, por lo que los pensamientos negativos son más frecuentes que los positivos. Si deseas ser una persona exitosa, necesitas educar tu mente para favorecer los pensamientos y emociones positivas.
Finalmente, Napoleon Hill anima al lector a dominar sus miedos y sus pensamientos, para transformarse en una persona con una superior claridad de ideas, capaz de ver aquello que otros no ven.
“Piense y Hágase Rico es el resultado de 20 años de investigación por parte de Napoleon Hill. Sin embargo, tú acabas de adquirir ese conocimiento en apenas 30 minutos.
Ahora, llega el momento de ponerlo en práctica.
Accede a la guía de implementación y ejecuta sus instrucciones cuanto antes.